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¿Sigue siendo la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica? INFOVATICANA. Por J. G. L. 20sep22. https://infovaticana.com/2022/09/20/sigue-siendo-la-iglesia-una-santa-catolica-y-apostolica/
Resumen:
Reflexionemos sobre las notas de la Iglesia, que constituyen aquello que la identifica y ponen de manifiesto su esencia. Y veamos si esas notas de identidad se siguen dando o no. Porque parece que la Iglesia fundada por Cristo estuviera derivando en otra iglesia distinta. Parece que podríamos estar construyendo una nueva iglesia.
La Iglesia de Cristo es una. Pero ¿está viviendo esa unidad? No ya en relación a los que se apartaron de ella y por tanto son cismáticos, sino en relación a los que permanecen en ella. Dentro de la Iglesia, ¿dónde está la unidad? ¿Acaso es una la fe que profesamos? ¿Acaso es una la fe que celebramos, especialmente la celebración de la Eucaristía? ¿Acaso es una la fe que vivimos, es decir, la vida moral de los católicos?
¿Cómo podemos hablar de unidad si las verdades de fe no son comunes? No solo no son comunes sino que hay quienes niegan verdades fundamentales haciendo afirmaciones contrarias.
Segunda nota: la santidad. La santidad de la Iglesia es una nota que la define principalmente por la Santidad de Cristo. Aunque sus miembros somos pecadores, por encima de ello, Cristo que es Dios y cabeza de la Iglesia la hace santa y partícipe de su santidad. Así como Cristo da gloria al Padre, la Iglesia está llamada a dar esa gloria al Padre unida a Cristo y vivificada por el Espíritu Santo. La Iglesia mira al Cielo, eleva sus plegarias a Dios.
En cambio la nueva Iglesia parece mirar al hombre. Parece buscar la gloria del hombre y en vez de mirar al cielo mira a la tierra. Y en vez de glorificar al Padre parece preocupada más por cuidar de la Madre tierra.
Tercera nota: la Catolicidad. Decir Católica es decir universal. Está llamada a todos los pueblos y naciones a lo largo de todos los tiempos. La Iglesia es enviada por Cristo a predicar el Evangelio, hacer discípulos y bautizarlos, pues es condición para alcanzar la salvación.

Pero en la nueva Iglesia parece que ya no es necesario hacer discípulos ni bautizar incorporando a los hombres a Cristo y a su Iglesia. Ya no es tan importante enseñar lo que Cristo ha enseñado. Simplemente hay que permanecer cada uno en sus creencias, en su religión y buscar la armonía y la fraternidad universal por encima de credos o conductas.
La cuarta nota: Apostólica. La Iglesia de Cristo es Apostólica porque está fundada sobre los apóstoles. Ellos son los que recibieron el encargo de hacer crecer a la Iglesia. A ellos les fue confiada la tarea de enseñar. A ellos les fue dada la autoridad de hablar en el nombre de Cristo y de representar a Cristo.
Pero ahora, la nueva iglesia no se siente bien fundada. Las columnas de los Apóstoles y la Roca de Pedro no deberían ser algo fijo e inamovible. Porque ser fijo e inamovible es semejante a la rigidez, algo contrario a la flexibilidad, al diálogo, a la escucha.
Rígido es el que piensa que está en la verdad -¡que arrogancia!-y no en constante búsqueda... Y todo eso se ha encontrado en la Sinodalidad. Eso sí. Porque la sinodalidad está abierta a «todos y a todas». Es tan inclusiva que está abierta a «todes».
En vez de afirmar la fe en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica, que es algo que suena muy antiguo y medieval, ahora pretende que confesemos: creo en una nueva Iglesia que es diversa, ecológica, globalista y sinodal.
COMENTARIOS
Una reflexión excelente, sencilla y clarificadora,
que no requiere de muchos comentarios. El principio de identidad establece
que toda entidad es idéntica a sí misma. La definición de la Iglesia como
Una, Santa, Católica y Apostólica debería darnos en la realidad un retrato
de sus características. Pero solo vemos una figura deforme, que incluso se
esfuerza por no parecerse a la original.
No se trata de un problema de rigidez, terquedades o de anacronismos. La doctrina enseñada por Nuestro Fundador es verdadera por definición, pues si aceptamos que Jesucristo es Dios, entonces no puede engañarse ni engañarnos, como dice el catecismo. Y sus palabras, además de verdaderas, son eternas. "El cielo y la tierra pasará, pero mis palabras no pasarán" (Mt. 24, 35)
La nueva iglesia pone en duda estas verdades. Cuestiona la veracidad de las Sagradas Escrituras y afirma que todas las cosas, incluyendo los dogmas, deben cambiar. Totalmente falso. Las verdades, si lo son, permanecen. Si cambian, es que no eran verdaderas o lo eran parcialmente. Entonces las palabras de Jesucristo son eternas, y es dogma de fe que el autor de las Sagradas Escrituras es Dios, porque los libros canónicos de la Biblia, fueron inspiradas por Él.
La nueva iglesia nos está cambiando nuestra religión. Estrictamente hablando, se trata ya de otra iglesia.

Dice al P. Rafael Faría en su Curso Superior de Religión[1] que las cualidades de la Iglesia son cuatro: visible, perpetua, invariable e infalible.
- Visible porque es una sociedad pública, externa, y requiere de un signo visible para pertenecer a ella: el bautismo.
- Perpetua, porque tiene la promesa de N.S. Jesucristo de que estará con nosotros hasta la consumación de los siglos.
- Invariable, porque ha conservado y conservará el tesoro que recibió de Cristo: el dogma, la moral, los sacramentos y la organización interna.
- Infalible, porque no puede equivocarse en asuntos de fe y moral.
Sólo para ejemplificar algunas de las afirmaciones de la nueva iglesia, que difieren de estas características, señalamos las siguientes: La idea de que debemos olvidar el fundamentalismo (Tradición) porque es cosa del pasado; proponer la recepción de la comunión a divorciados vueltos a casar (adulterio) y a miembros de otras religiones, la negación del infierno, la negación de la iglesia como la única fuente de salvación, la afirmación de que todas las religiones son queridas por Dios, etc. La lista parece interminable. Pero un botón de muestra facilita la comprensión.
Nadie que se identifique como católico puede renunciar a los rasgos esenciales de nuestra Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica. Si lo hace, cae en herejía y automáticamente queda fuera de la Iglesia.
[1] Rafael Faria. 1963. Curso Superior de Religión. Bogotá. Librería Voluntad.